En el país se han estado presentando una serie de sucesos que por sobradas razones no deben pasar por debajo de la mesa.
Indudablemente, y esto lo sabe hasta el más apático político, Venezuela se dirige a una contundente consolidación del camino que escogió recorrer en 1999, en lo que sin duda alguna será una aplastante victoria del movimiento que lidera el comandante Chávez en las venideras elecciones presidenciales de octubre 7.
Esta situación tiene muy preocupados y ocupados a los llamados líderes de la derecha y a sus seguidores, pues sin mencionar las encuestas, ellos sienten la frialdad que los rodea en cada visita que hacen en las diferentes zonas geográficas de la nación.
Ellos saben que sus escasos métodos de persuasión no están llegando a las masas, y que aunque comprenden que su tiempo político ha pasado se niegan a aceptarlo.
Ante este panorama se han estado presentando hechos como el de la violencia en la planta, que por cierto no sucedería jamás si este fuese un gobierno dictatorial, como algunos del hemisferio norte.
Ahora bien, sin dejar de atender como se debe el caso de la planta, nuestra atención no debe desviarse, en nuestra humilde opinión, de las recientes agresiones contra periodistas del sistema nacional de medios públicos, pues tonto seria pensar que no son más que hechos fortuitos y puntuales.
Sucede algo, ante tanta frialdad en las filas opositoras necesitan con urgencia atizar las llamas de la violencia, para entonces de alguna manera generar las noticias que les permitan a su voceros manifestarse captando la atención, al menos un poco, de la población general, ya que de otra forma, y esto también lo saben muy bien, solo le llegan a sus fieles seguidores y ellos no representan un número importante en el padrón electoral.
Analizando todo este panorama, estaría muy claro que su intención va mucho más lejos que la agresión puntual de un reportero, y que el motivo de la misma sea el odio irracional, aun cuando lo del odio es cierto, sabemos que su motivación es otra, y sería la de buscar la reacción violenta de quienes apoyan el proceso revolucionario, para de esta manera crear la matriz necesaria en torno a la violencia del Chavismo y buscar así intentar captar los votos de los indecisos.
Nuestra reacción, debe ser ciertamente contundente y sin vacilación alguna, pero en el marco legal, realizando la denuncia correspondiente y haciendo público y de forma repetitiva cada abuso cometido por estos señores en contra de quienes realizan su labor periodística al golpearlos o amenazarlos.
La victoria Social de Venezuela no se detiene y avanza hacia la consolidación total de un sistema humano.
Hasta un próximo análisis.